Arquitectura civil

Arquitectura civil de los siglos XVIII y XIX

Teniendo en cuenta que el siglo XVIII fue un periodo de gran prosperidad económica, es en esta época cuando la arquitectura, tanto la religiosa como la civil, tiene su más importante esplendor.

Si nos centramos en la arquitectura civil, es importante resaltar que este siglo es un periodo en el que se edifican los palacios y casonas más importantes en toda la provincia, y eso también ocurre en el Valle de Cabezón. En casi todos los edificios se deja ver la arquitectura barroca típica de la época. Se ha dejado atrás la casa llana de años anteriores y se empiezan a construir casas montañesas de dos pisos, en las que son características las grandes portaladas con arcos, las imponentes solanas y los balcones volados, así como aleros salientes, con numerosos elementos decorativos.

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Arquitecturas popular y urbana.

 

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Biblioteca Municipal “Conde de San Diego”

Edificio de mampostería y sillería en los vanos y esquinales, construido en 1804 por encargo de D. Juan Domingo González de la Reguera. Este señor, nacido en Comillas, pero descendiente de Cabezón, y que llegó a ser obispo de Lima, realizó un año antes de su muerte una donación para que el edificio albergara una escuela gratuita para todos los niños de la villa, proporcionando al maestro un sueldo de 3,200 reales anuales.

La biblioteca municipal Conde de San Diego se inauguró el 28 de marzo de 1949 en los bajos del Ayuntamiento. A principios de los años setenta se traslada a su actual emplazamiento. Hoy en día el centro de lectura ofrece al público acceso gratuito a Internet, está incorporado a la Red Automatizada de Bibliotecas de Cantabria y dispone de servicios como el de Formación de Usuarios o el de Información y Acceso al Documento. Comparte edificio la Oficina de Información Juvenil, organismo que se encarga de recopilar, organizar y difundir toda la información de interés para la juventud que llega al Ayuntamiento de Cabezón de la Sal.


Edificio la Torre (antiguo ayuntamiento)

El edificio actual es el resultado de la adaptación de una torre señorial de origen medieval, con planta cuadrada y desarrollada en altura, con fines estratégicos (junto al camino real, a través del cual circulaba entre otras mercancías la sal) o bélicos, que motivaron sin duda su construcción en torno al siglo XV, cuando el linaje de Leonor de la Vega, propietaria de las Salinas de Cabezón, construye esta edificación para consolidar el control del territorio.

Las ampliaciones se produjeron entre los siglos XVII, XVIII, y XIX, dando como resultado, en un primer momento la cubrición de los muros originales de la torre, que quedarían inscritos en la nueva planta, ahora ya rectangular. Posteriormente tuvo lugar el crecimiento en altura del edificio con el añadido de dos plantas sobre las ya existentes, marcadas al exterior por la mampostería.

Planta baja y primera de mampostería, con sillería en recercado de los huecos, y escudos de labra. Plantas superiores de entramado con cerramiento de ladrillo visto. El edificio, con su morfología actual, fue sede del Ayuntamiento desde 1857 hasta 1961, año en el que fueron trasladadas las dependencias a su actual emplazamiento. Actualmente es un centro administrativo.

Fue ampliado en 1849 y reformado en 1996. Con esta transformación del inmueble, se identificó la bóveda situada en la planta baja, que en tiempos pasados se utilizaba como Cárcel del Real Valle de Cabezón de la Sal y donde está ubicado el Museo de Calabozo del siglo XVIII.


 

 

Ver también casas montañesas.

 

Ya en el siglo XIX, la arquitectura barroca montañesa sufre un parón, y los arquitectos de la época dejan de construir las casonas y palacios típicos montañeses. Las gentes distinguidas que han viajado por la península y por Ultramar, quieren modernizarse, y en complicidad con los arquitectos, hacen que en toda la provincia, copiando a otras provincias españolas, se empiecen a construir chalets suizos, cottages ingleses, palacetes Luis XVI y toda la arquitectura europea de este siglo. Pierden todo su protagonismo las solanas, las torres, o las portaladas espaciosas, y se empiezan a ver cubiertas muy empinadas, al estilo “Mansard”. El ejemplo más representativo de este tipo de arquitectura en nuestro municipio, lo tenemos en el Palacete del Conde de San Diego, de José López Sallaberry.

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