Oficios tradicionales
En el municipio de Cabezón de la Sal existen gran número de talleres y fábricas dedicadas a la elaboración y transformación de la madera. Sus trabajos de ebanistería gozan de una larga y prestigiosa tradición, tanto en la provincia como en el resto de España.
Cuenta también la villa con una gran tradición de canteros y carpinteros. Buenas muestras de su hacer jalonan y decoran las portaladas y aleros de las abundantes casonas de la zona.
Ebanistería: mueble montañés
Una de las orientaciones más características del equipamiento comercial de Cabezón de la Sal era y es la fabricación y venta de muebles de madera.
En el municipio tradicionalmente se ha trabajado la madera procedente de los montes de la zona, castaño, nogal, roble y más recientemente haya. Cabezón de la Sal y Casar de Periedo eran reconocidos ya en siglo XVIII por la habilidad de sus ebanistas, llegando a formar una escuela propia. De aquella época se conservan algunos talleres y la tradición no ha llegado a perderse, quedando aún hoy en la zona buenos maestros ebanistas.
Construcción: canteros y carpinteros
Uno de los elementos más significativos de la arquitectura montañesa, es la utilización de la piedra y de la madera para construir o decorar, techos, aleros, solanas, suelos, etc.
Los oficios de cantería y carpintería tienen una larga tradición y siguen siendo actuales. Basta con hacer un recorrido por la arquitectura del valle para observar los trabajos de mampostería , sillería y decoraciones con maderas nobles como el roble o el castaño. Estos elementos están presentes tanto en casonas y palacios como en construcciones recientes.
El arte de trabajar la piedra. Compás, escuadra, metro, cincel, mazos, punzones… herramientas que ayudan al matemático y al artista artesano a liberar la figura que se encuentra atrapada en la materia elegida. Ver ese trabajo, junto a ese sonido tan característico (tan-tin-tan) es casi hipnótico.
Diario de nómada.
Garauja
Se entiende por garauja, todos aquellos útiles, aperos y enseres de madera, como carros chillones, yugos, arados, horcas, bieldos, toneles, mangos, astas, rastrillos, vadillos, cebillas, cucharas, cuencos, etc.
Todos estos útiles eran fabricados de forma artesanal durante los meses de invierno, momento en el que la actividad agrícola y ganadera exigía menos trabajo. Para su fabricación se utilizaban diferentes tipos de maderas procedentes de los bosques próximos, tales como haya, fresno, avellano, abedul y castaño.
Muchos de estos aperos estaban destinados al uso propio, –al autoconsumo, por decirlo de alguna manera–, aunque la mayoría se fabricaba para venderse más tarde en Castilla, donde eran empleados para trabajar en los campos de cereal.
Hasta los años 80 aún era habitual ver a estos artesanos rurales realizando astas, albarcas, rastrillos, cuencos y cucharas en las socarrenas y soportales de sus viviendas. En la actualidad son pocos y mayores, los artesanos que aún siguen realizando este tipo de trabajos y que saben cómo realizarlo, qué herramientas se deben usar, qué madera es la más idónea para cada uso y cuándo se debe cortar. A diferencia de lo que ha venido ocurriendo desde tiempos pasados, no se está produciendo una transmisión de estos conocimientos a las nuevas generaciones, para que estos a su vez lo transmitan a las venideras. Se está perdiendo paulatinamente una seña de identidad y una parte de la cultura de la comarca.
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