Los secretos de Cabezón

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A primera vista puede parecer que la Villa de Cabezón de la Sal no es muy antigua. Por su posición estratégica en un cruce de caminos y estar encima de un diapiro salino sabemos que los primeros indicios de poblamiento remontan al siglo IX.

Los restos medievales son muy escasos. El paso del tiempo y la expansión urbanística de una villa cabecera de comarca fueron destruyéndolos, tapándolos o sumiéndolos en el olvido. Te proponemos un pequeño recorrido en busca de esos secretos de Cabezón.

Necrópolis de San Martin de Tobía

En el emplazamiento del alto de San Martin del barrio La Losa, se hallaron una serie de tumbas que evidencian el uso cementerial del espacio de la iglesia de San Martin desde su fundación altomedieval hasta su abandono en el siglo XVIII. El espacio de la antigua iglesia fue reutilizado desde el final de esa centuria hasta 1910 como cementerio, hasta que se construyó el actual de Navas. Uno de los muros del recinto, el más septentrional, se alinea perfectamente con el sol naciente, por lo que cabe pensar, en términos puramente hipotéticos, que puede ser resto o estar controlado en su cimentación por uno de los muros del templo altomedieval, época en que requerimientos de esta naturaleza astronómica eran rigurosamente observados. 

También de todo lo reseñado es deducible el uso funerario y litúrgico del emplazamiento de San Martín de Tobía durante unos 1000 años hasta el siglo XVIII, en que se produjo el traslado (1724) del culto parroquial al actual templo de San Martín, rematada según inscripción conservada en el tramo de bóveda más central en el año 1729.

Del monasterio medieval de San Martín de Cabezón de la Sal no es reconocible sino el perímetro del muro exterior de cierre (dextrum); aparecen estructuras murarias en los alrededores sin otra finalidad que la de mantener aterrazamientos, sin duda para el cultivo. Los restos más significativos son tres paños de muro, que alcanzan una altura media de aproximadamente 1,60 m, llegando en algunas zonas llegan a alcanzar los 2 metros. Las dimensiones de los tres muros son de 17,40 m (sur); 17,60 m (este) y 17,80 m (norte). La fábrica es mixta, de mampuesto y sillarejo ligados con mortero de cal y arena; solo el esquinal (vértice noreste) es de sillar en seco. La anchura del muro es de 40 cm, con dos hiladas paralelas y un relleno intermedio de piedra irregular. El único vano que se conserva, aparece a una altura considerable del actual nivel del suelo (por encima de 1,50 m.), sin que sea posible determinar si se corresponde con un ventanal, o con una puerta de acceso al recinto.

La “Fontanuca” o “Fuentenuca” de San Martin.

A una distancia de poco más de 100 m al oeste, descendiendo hacia el límite urbano de Cabezón de la Sal, en el barrio La Losa se encuentra esta fuente medieval. En su caso, dada la inmediatez espacial, no es descabellado pensar, que pudiera haber tenido un origen monástico estrechamente vinculado a San Martin de Tobía. Actualmente presenta una fachada moderna, que, aunque sigue la tradición clásica en forma de oikós, es muy posible que este tapando los restos de una fuente más antigua, como parece indicar la continuidad de la piedra por detrás de la nueva obra, así como el hecho de que sigue una tipología de fuente en pozo, que en algún momento fue cegada mediante una losa para canalizar el flujo de agua mediante un caño, circunstancia muy habitual en las fuentes antiguas.

Jugaba un papel fundamental en la vida de los monjes y el funcionamiento diario de los cenobios, sin embargo, su importancia va más allá de estas cuestiones. Debemos tener en cuenta que desde la Antigüedad, las aguas han estado asociadas a toda una serie de cultos y divinidades, que con la llegada de los romanos se multiplicaron, dando lugar a la entrada a las nuevas deidades romanas y a gran cantidad de construcciones y objetos directamente relacionados con la adoración a las aguas: fuentes, ninfeos, caldas, balnearios, inscripciones votivas, etc. Entre estas nuevas construcciones se encuentra un tipo de fuente, utilizado en muchas ocasiones como lugar de adoración a las ninfas (ninfeo); las fuentes en forma de oikós (casa), con ejemplos por toda la geografía española.

Cuando irrumpe el cristianismo, la mayor parte de los lugares sobre los que había algún tipo de creencia religiosa asociada a las aguas, al igual que las estructuras –como las fuentes en forma de oikós–, fueron absorbidos y reutilizados con una temática cristiana.

Los monasterios jugaron un importante papel, apropiándose de manantiales y construyendo fuentes según la tradición clásica, de lo que han quedado ejemplos como Santa María de Matallana (Valladolid) o Santo Domingo de Silos (Burgos).

Sin embargo, los intereses de los monasterios en torno al agua, no solo se reducen a su uso cotidiano y simbólico, sino que algunos centros llegaron incluso a explotar las surgencias de agua en busca de sus intereses económicos, como es el caso del convento de San Martin de Don (Soto de la Bureba, Burgos) donde el pueblo debía pagar a las monjas el disfrute de la fuente.

La Fortificación Medieval de “El Pico de la Torre”

Al finales del 2005 se llevó a cabo la documentación del cimiento de muro aparecido en la ladera meridional del Pico de la Torre de localidad del Barrio de Salines. Un argayo dejo al descubierto la esquina en ángulo obtuso de un muro de una anchura de 1,20 m con una longitud de 4,50 m.

En la configuración topográfica de la cumbre, estudiada a partir de fotos antiguas de la localidad se adivina la continuidad soterrada del elemento. Formaría parte de la torre que da nombre al lugar y figura como elemento heráldico en el escudo de la localidad. El muro al que correspondería la estructura documentada seria el cimiento de una cortina perimetral de planta aproximada de octógono, que delimitaría una superficie de unos 1800 m2 en el contorno de su cumbre. En el centro debió existir la torre recogida en el topónimo, pero los restos que pudiesen quedar hubieron de desaparecer en 1994 cuando el Ayuntamiento de Cabezón de la Sal, acometió la construcción de la estructura de hormigón denominada “Monumento a los Artistas Cántabros”. La cerámica recuperada contiene algunos fragmentos medievales lisos y estriados correspondientes a vasos de bases planas y cuerpos globulares, de pastas bien decantadas en ambiente reductor-oxidante. En todo caso el grueso del expolio cerámico recuperado corresponde a piezas vidriadas y esmaltadas en blanco de estaño de cronología moderna e inicios de la Edad Contemporánea.

A esas evidencias se sumaron las existentes en el extremo noroeste del cerro, en los extremos de la parcela municipal, donde aparecen fragmentos de lienzo del muro con dos o tres hiladas de sillería irregular, que podían prolongarse por lar parcelas privadas colindantes con la municipal por el norte, noreste y este.

La posibilidad de que esta fortificación tuviese evidencias medievales de la más antigua Edad Media está implícita en la propia donación de San Martín de Tobía, que “incluyen heredades y salinas”. El hecho de que en el 853 se vuelvan a mencionar las salinas en la carta de donación de Santa María de Yermo a San Salvador de Oviedo, junto con sus dominios entre los que se incluye el monasterio de San Pedro de Cabezón, que puede entenderse referida tanto a la actual parroquia de esta advocación, que comparten las localidades de Santibáñez y Carrejo, como a un templo desaparecido en el barrio de la Losa, cuyo recuerdo mantiene la actual calle de San Pedro. Debe sumarse la constatación de la existencia de un distrito castral, “patria cabeçone”, en torno al 966 en el documento de donación del monasterio de San Pedro de Toporias a Santillana del Mar. Estas referencias y la posición dominante aludida permiten considerar como tentadora deducción razonable la presencia de un punto fortificado altomedieval de control y autoridad sobre las salinas, por más que arqueológicamente este pendiente de demostrar.

Núcleo de la torre medieval conservado en el antiguo Ayuntamiento-Edificio de la Torre

En este edificio se conserva –utilizado como cárcel del concejo– el núcleo inferior de la torre que dio nombre al edificio. Esta construido con mampostería de cupones unida con mortero. En su centro se dispone un espacio de planta rectangular cubierto con bóveda de cañón, con muros de 3 m de espesor y puerta rectangular y dintel monolítico en que se ha labrado un arco carpanel. En el fondo de la estancia, opuesta a la puerta, se dispone un pequeño vano rectangular, visible hoy desde las escaleras de subida a las plantas primera y segunda. En su muro septentrional sobresalen dos machones que soportarían un adarve o matacán, únicas evidencias medievales de la actual fabrica. 

Las evidencias medievales y tardomedievales del barrio de la Pesa

En los números 9 y 11 de la calle San Pedro hay sendos vanos ojivales. El primero es el arco gótico del portal de entrada al número 9 de este vial, edificio de tres plantas hipotéticamente elevado a partir de una casa llana con estragal y cuarto de peregrino, en una fecha que podría corresponder con la inscripción dispuesta en dos líneas, 1707. En el contiguo inmueble número 11 se dispone una pequeña ventanilla rematada en arco ojival labrado en un bloque monolítico. Resulta llamativo que se registren estos indicios en la misma calle que podría mantener el recuerdo del antiguo monasterio de San Pedro de Cabezón.

El número 9 de la calle de los Remedios fue el inmueble final de una de las hileras de casas históricas del barrio, que correspondía plenamente a la tipologia de casa llana, con un estragal soportado por un pie derecho de madera; pudo haber contado con cuarto de peregrino modificado por la evolución del edificio. Al fondo del portal se disponía el vano de entrada a la vivienda, formado por un arco de grandes dovelas que permitió su datación en el siglo XVI. El edificio, perdida su función residencial, fue utilizado como edificio agrario en relación a la huerta que le rodeaba, hasta su desaparición.

En la casa en ruinas que ocupaba el solar número 6 de la calle de las Cabrujas se conservaban ventanas góticas, que desaparecieron como resultado de la demolición de la ruina. Una de las ventanillas se remataba por vano ojival tallada en bloque monolítico; el segundo de estos vanos era una ventanilla geminada con doble arquillo ojival labrado también en bloque monolítico asentado sobre jambas monolíticas y mainel o pilarcillo de sección cuadrada.

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