Nuestra Señora la Virgen del Campo
Una de las festividades más importantes que se celebran en Cabezón tiene lugar el 13 de agosto en honor a Nuestra Señora la Virgen del Campo.
“Se escuchan las panderetas, las mozas lloran y cantan, el pueblo suspira y reza, la procesión adelanta.
Va la Virgen despacito, con balanceo de palma, con movimiento suave lleno de mística gracia, y en su manto florecido se posan para besarla los arrullos de las brisas, los anhelos de las almas…
Bien hayan esos picayos, con que a la Virgen ensalzan las jóvenes de la villa felices y alborozadas; bien hayan esos picayos, ramillete de palabras que se riman ellas solas a un mismo son acordadas.Canto y sones montañeses, melodías de Cantabria… ¡sois dulzuras que mi tierra de su corazón derrama!…”
Romance “La Virgen de la Montaña”. Concha Espina, 1904.
La referencia escrita más antigua de esta Virgen data de 1544. Era la tradicional abogada de las parturientas, que suplicaban su protección. Se celebra en Cabezón de la Sal el día de su aparición, el 13 de agosto, con un vistoso homenaje de los picayos. La víspera, el día 12, se celebra una procesión nocturna con el tradicional baile de los picayos frente a la fachada del Ayuntamiento, lugar donde apareció la imagen de la virgen. Cuenta la tradición popular y una leyenda, que la imagen fue descubierta por los cuernos de un toro cuando se disponía a beber agua del bebedero. La imagen fue acogida como patrona de Cabezón de la Sal y en el bebedero se construyó la capilla a la Virgen del Campo. Debido a los hundimientos de Cabezón provocados por la extracción de sus minas de sal, la capilla tuvo que ser derruida y la imagen de la Virgen se trasladó a la iglesia parroquial de San Martín en Cabezón de la Sal. El día termina con la celebración de un Festival Folklórico Internacional, por el que han pasado importantes agrupaciones de danzas de Europa y América.
Las celebraciones en torno a la Virgen del Campo y San Roque fueron declaradas Fiestas Oficiales del Ayuntamiento, el día 22 de julio de 1932.
Hasta mediados de los sesenta, el programa de actividades organizado por el consistorio, se desarrollaba a lo largo de los tres días declarados oficialmente como festivos y en torno a las ceremonias religiosas con las que se celebraba a la Virgen del Campo y a San Roque, como la procesión de las velas y la salida de la ermita. El baile de los picayos en honor a ambas figuras, ejecutado por un grupo de jóvenes solteros de la comunidad, era uno de los elementos ineludibles del programa, junto a los bailes populares que tenían lugar con motivo de las verbenas y romerías.
Como complemento a estos actos, se contrataba a una banda de música -durante muchos años la del Regimiento Valencia y, en otras ocasiones, la Municipal de Torrelavega- para la celebración de un concierto al aire libre y se organizaba un pasacalle de gigantes y cabezudos para el entretenimiento de los más pequeños. Una pequeña feria con puestos de dulces y golosinas y la presencia de algunas atracciones y tómbolas, contribuía a reforzar el ambiente festivo de aquellas jornadas.
En 1964 se incluía por primera vez la lectura de un pregón como acto inaugural del programa a cuyo cargo estuvo Ciriaco Pérez Bustamante —Rector de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo— con un discurso en el que se exaltaba la figura de Marcelino Menéndez Pelayo. En los años sucesivos y hasta la actualidad, el pregón corre a cargo de personajes ilustres, ya sean de Cantabria o con alguna vinculación a esta tierra.
El número de actividades incluidas en el programa se ha multiplicado y el calendario de celebraciones se ha extendido en el tiempo hasta superar las dos semanas de duración. Las jomadas principales siguen siendo las festividades de San Roque y de la Virgen del Campo, a las que se ha hecho coincidir la celebración del Día de Cantabria, una jornada en la que se exalta a la comunidad autónoma con actos como el Homenaje a las banderas autonómicas, alocuciones del presidente regional y de otras autoridades públicas y la organización de concursos de arrastre, pasá de vacas tudancas y actuaciones de grupos folklóricos como representación de las señas de identidad cultural de la región.
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