Río Saja en Cabezón
El río Saja se localiza en la zona occidental de Cantabria. Su ramal izquierdo nace en la vertiente norte de la Sierra del Cordel y el derecho recoge sus aguas desde el Pico Ropero.
Desemboca junto al río Besaya en el Mar Cantábrico, en la ría de San Martín de la Arena a la altura Suances, tras un recorrido de 67 km y unos 1700 m de desnivel.
Catalogado como Lugar de Importancia Comunitaria (LIC) discurre por el municipio de Cabezón de la Sal formando un amplio valle. Sus aguas han sido desviadas formando canales para alimentar molinos como los de Carrejo, Cabezón, Mazcuerras, etc.
El cauce se encuentra muy encajado en su cabecera, para formar, tras la unión con el río Argonza (que también está incluido en el LIC), una extensa llanura aluvial con grandes rocas, vestigio de los grandes torrentes que debieron trasladarlas cuando el glaciarismo afectó a esta zona.
El río Saja se encuentra en la zona de influencia del Parque Natural Saja-Besaya, zona centro-occidental de Cantabria, declarado Parque Natural en 1988. Se trata del Parque Natural más extenso de Cantabria.
Lugar de Interés Comunitario, LIC “Río Saja” no protege la totalidad del río, sino sólo el recorrido desde la cabecera hasta su tramo medio, concretamente hasta el puente de Santa Lucía, en las proximidades de Cabezón de la Sal. Es destacable su paso por la Hoz de Santa Lucía, donde el río se encaja atravesando la Sierra del Escudo de Cabuérniga en una de sus debilidades geomorfológicas. En la llanura del río Saja es muy común la aparición de paleocauces, es decir, cauces abandonados por la migración del río.
La vegetación de la ribera del río Saja está dominada por las alisedas salpicadas con avellanos, fresnos, sauces y chopos. En cuanto a vegetación acuática, abunda la hierba de San Antonio, la lenteja de agua y el nabo del diablo.
En lo que a fauna se refiere, destaca la presencia de la nutria (Lutra lutra) ligada a la alta calidad de las aguas que ofrece el río Saja en sus tramos medio y alto. Otros animales que pueden encontrarse en la ribera del río son mamíferos, como el desmán (Galemys pyrenaicus).
El río Saja tiene cotos de pesca de trucha. El más solicitado es el de Caranceja porque se puede pescar con cebo natural y se encuentran ejemplares de trucha de gran tamaño. La temporada de pesca suele comenzar en abril y termina en julio. En el río Saja se celebran concursos de pesca como el Open de Pesca de Mosca.
El río Saja, a su paso por Cabezón, nos ofrece un enclave perfecto para un paseo a pié o en bicicleta a través de la Senda fluvial del Minchón.
El agua es uno de los recursos básicos en el desarrollo de cualquier sociedad, y por eso, en el caso de nuestro municipio, las aguas del río han sido aprovechadas desde antaño tanto para uso doméstico como para uso industrial.
Reflejo de ese uso pasado, concretamente de las aguas subterráneas, fue su aprovechamiento para la explotación salinera que hubo en el municipio. Estas corrientes de agua servían para disolver la sal del yacimiento. La presencia de arcillas contribuía a que el caudal se mantuviese relativamente continuo, limitando las pérdidas por filtración y favoreciendo la mayor concentración de salmuera, imprescindible en la época para la conservación de los alimentos. Esta circunstancia se producía en los meses de máximo caudal, es decir, finales del invierno y principios de la primavera.
El río Saja también dio energía a numerosos molinos harineros que empezaron a construirse con la llegada del maíz y se sumaron a los ya existentes. Además se construyeron en Santa Lucía dos canales: uno irá a dar servicio a la zona de Carrejo y Cabezón de la Sal; y el otro a Cos, Mazcuerras y Villanueva de la Peña. Ambos canales recorren unos 6 km de longitud y en su tiempo alimentaron a más de 16 molinos.
A finales del siglo XIX en la zona de Cabezón de la Sal surgen las fábricas de luz. Aprovechando la fuerza hídrica se generaba electricidad, ejemplo de ello es el Molino de Sajón o “Pozo de la Luz” y el Molino de la Cabroja. Cabe destacar que Cabezón de la Sal fue el primer municipio de Cantabria, después de Santander, en tener luz eléctrica.
Otra de las actividades tradicionales eran los oficios de zapateros y curtidores. Esta actividad requería importantes cantidades de tanino. Se trata de una solución extraída de la corteza de roble en la que se sumergían las pieles en fase de curtido. La localización de este tipo de fábricas junto a los cauces fluviales se debía a la cantidad de agua que exigía este proceso.
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