Iglesia de San Martín de Cabezón de la Sal
Horarios de misas y oficios durante todo el año.
- De martes a domingo a las 20h00.
- Los lunes a las 10h00.
De estilo barroco, se trata de una Iglesia de sillería, sillarejo y mampostería, de planta basilical con cruz latina inscrita, resultado de la intersección entre las tres naves de tres tramos con el crucero, en cuyos brazos se sitúan dos capillas: la del lado de la epístola, dedicada a la Virgen del Campo y la del lado del evangelio a San José.
Anterior a esta iglesia, existía un antiguo templo en el Barrio de la Losa. Éste se hallaba en malas condiciones y alejado de la población. En 1719 el arzobispo Navarrete hizo una visita a los templos de Udías, Cabezón de la Sal y Mazcuerras (entre otros) y, dado el estado de ruina del antiguo templo, ordenó su traslado, que se efectuó pocos años después. El cabildo de Santillana, que era el propietario de las Iglesias de Cabezón y Caranceja, se vio obligado a financiar su reconstrucción. La nueva iglesia fue construida entre 1724 y 1729, los pórticos y la torre en 1739, sobre diseño de Toribio Sánchez de Lamadrid. Reproduce la planta de salón del templo de Comillas, en la que este maestro cantero había trabajado previamente. La portada guarda paralelismo con la de la capilla de los Remedios en Roiz, obra del mismo autor.
La edificación de la Iglesia Parroquial de San Martín fue promovida por D. Miguel de Noriega, sacerdote de la Parroquia (1719-1761) y el pueblo de Cabezón de la Sal (probablemente con donación de fondos por parte de D. Pedro Ceballos Cortés, virrey del Río de La Plata).
Tiene tres naves abovedadas, la principal o central, en la que se encuentra el retablo mayor y en el que se contempla una escultura dedicada a San Martín. En las naves laterales hay dos pequeños retablos, dedicados a la Virgen del Carmen y del Rosario respectivamente. Sobre la capilla de la Virgen del Rosario se situó la espadaña, de una sola tronera y tres alturas, descansando en ménsulas embutidas diagonalmente en el muro. El testero es plano. A ambos lados cuenta, a modo de atrio, con dos accesos con sendos portales cubiertos.
A los pies, opuesta al ábside cuadrangular, se situó la torre, de buena sillería y con cinco cuerpos de altura. El último, alberga el campanario, con troneras geminadas en los lados. Originalmente iba rematada por chapitel de pizarra a cuatro aguas (similar al existente en la Iglesia de Valle de Cabuérniga), destruido por un rayo en 1902 y sustituido por la actual cubierta de sillería y de línea modernista, en la que se incluyó el reloj.
En alzado podemos contemplar cómo los espacios aparecen jerarquizados por su importancia, destacando como elementos fundamentales del edificio el ábside y la torre, más altos que el resto del conjunto, y que por ello cuentan con sólidos contrafuertes.
En el interior encontramos pilares de sillería como sustento de las bóvedas de crucería estrellada, con variantes entre sí. La central respecto al altar mayor, contiene una circunferencia inscrita a la altura de las ligaduras. Las de los laterales mantienen la tipología, pero aparecen inscritas en rectángulos, ya que la anchura de las naves laterales es sensiblemente inferior a la de la nave principal. En todas ellas, las claves van ornamentadas con diferentes motivos, geométricos, vegetales e incluso un antropomorfo; todos ellos pintados con vistosos colores.
El retablo del altar mayor –barroco– es atribuido por Ricardo Aguirre a Juan Antonio del Mazo Arce, quien ensamblara el de la Iglesia de Santa María la Mayor de Treceño en 1739. Los retablos laterales, realizados con posterioridad, proceden de los talleres de los Díaz Iglesias, famosos retablistas de Casar. La imaginería de todos ellos, a excepción de la talla de San Miguel, que se encuentra en el ático del altar mayor, fue quemada durante la Guerra Civil.
Al dar la vuelta a la iglesia, vemos, en la parte de arriba de la puerta de la fachada trasera, un tímpano con las figuras de San José, que lleva el niño en brazos, y San Roque. Seguimos ladeando la parroquia observando las catorce cruces, que se encuentran en las paredes del edificio, para hacer el vía crucis.
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